El Dorado, un humilde club municipal de la ciudad de Trinidad, en el departamento de Beni, Bolivia, se embarcó en una verdadera travesía para llegar a Córdoba, Argentina, y participar en el prestigioso Mundialito de básquetbol de mini y categorías formativas. Lo que parecía ser solo un sueño lejano para sus jugadoras, se convirtió en una experiencia de esfuerzo y superación que quedará grabada en la historia del club.
Fátima Caero, asesora del equipo, conoció el torneo en temporadas anteriores, pero diversas circunstancias habían impedido que el club pudiera participar.
Este año, sin embargo, con la determinación de mostrar que el deporte es fundamental para la formación integral de las personas, presentaron el proyecto. Los padres de las jugadoras tuvieron que superar muchas dudas para permitir que sus hijas viajaran a otro país, pero la visión de Fátima y el equipo era clara: este Mundialito sería una oportunidad única para formar deportistas y, al mismo tiempo, seres humanos con valores y principios.
El verdadero desafío comenzó cuando, por problemas de salud, familiares y conflictos sociales en Bolivia, solo seis jugadoras pudieron embarcarse en la aventura.
El viaje, que originalmente sería largo pero manejable, se transformó en una odisea de cinco días. Salieron de Trinidad con el alma llena de esperanza, pero pronto se encontraron enfrentando rutas cerradas, lo que obligó a cambiar de camino. En medio de este panorama, pasaron dos días varadas en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, buscando alternativas para continuar.
A pesar del cansancio, la alimentación precaria y las largas esperas, las jóvenes atletas nunca perdieron el ánimo. El espíritu competitivo y la emoción de llegar al Mundialito las mantenían motivadas, incluso cuando todo parecía en contra.
Su entrenador, Mauricio Ayoropa Farell y la propietaria del club, María de los Ángeles Dorado Aguilar, junto con Fátima Caero, las guiaron con una mezcla de firmeza y cariño, convirtiéndose en el pilar emocional que las impulsaba a seguir.
Finalmente, tras pasar por cinco días de colectivos y fronteras, llegaron a Córdoba, listas para enfrentar el desafío en la cancha. Pero la mayor victoria ya la habían conseguido: habían superado cada obstáculo del camino y habían demostrado que, con esfuerzo y perseverancia, nada es imposible.
“En nuestra ciudad y nuestro país la expectativa por la participación de las niñas es muy importante. Los ojos de nuestro país están enfocados en la participación de nuestras pequeñas”, dice Fátima.
“Estamos seguras que hemos abierto un camino para que se unan muchos más a esta experiencia, y sobre todo hemos demostrado que el básquetbol une fronteras, nacionalidades, credos, políticas y demás en una espacio como éste. El deporte nos une en un solo corazón y en un solo sentir”, agrega con emoción.
El club El Dorado llegó al Mundialito y no solo compitió, sino que ganó la zona B de la categoría U16 femenina. En ese recorrido hacia la final vencieron a Hindú de Córdoba (70-28), Deportivo Famach de Chile (105-31) y Asociación Cordobesa de Básquetbol (72-60).
Los 247 puntos a favor fueron la segunda cifra más alta de la fase regular de todo el Mundialito: solo quedaron detrás del equipo “A” la Asociación Cordobesa de Básquetbol (ACBB) de la categoría U14 masculina, que anotó 259 tantos.
La alegría de ese logro no solo fue celebrada en la cancha, sino también en cada uno de los 3.200 kilómetros que hicieron durante cinco días de viaje y que, sin duda, quedarán como una de las mayores hazañas del club.
Los resúmenes periodísticos de cada jornada son realizados por Constanza Lucero, Lucía Millán, Santiago Bazán y Cristian Belbruno, bajo supervisión de Gabriel Rosenbaun